20 de enero de 2010

Selección artificial

David miraba distraído por la ventana mientras esperaba que le diesen nuevas instrucciones. Fobos y Deimos parecían dar menos luz que nunca. La estación permanecía en silencio y los segundos se le hacían eternos.

—Número 420, acompáñeme por favor, su emparejamiento está listo —le informó uno de los operarios.

 
Ciertamente, aunque impropio de él, estaba nervioso. Acostumbrado a la rutina y la monotonía diaria, aquello era un suceso remarcable, un momento especial, no cabía duda, ¿de qué podría preocuparse? Los enlaces eran exactos, no había ni un mínimo margen de error. Pero, ¿cómo sería?, ¿tendrían intereses en común?, ¿procederían del mismo sector? Las dudas abordaban su mente.

 
Desde el descubrimiento del ente, lo cual fue conocido como El Despertar, la raza había alcanzado progresivamente la perfección. Se había situado en el centro de la vida humana y se le bautizó en honor a lo que se había convertido para todos: Deus. El hombre había encontrado una solución a sus problemas, a su existencia. La respuesta.

 
Se acabaron las guerras, la escasez de recursos, el desempleo, la corrupción, las enfermedades congénitas y la disgregación social y racial. Todo formaba parte del pasado. La civilización había alcanzado un estado de utopía. Deus dirigía de manera impecable al ser humano. Estudiaba cada individuo y se encargaba de realizar uniones perfectas. Los enlaces genéticos más completos entre hombre y mujer; era la única forma de conducir la especie hacia un estadio superior de evolución. Del mismo modo, decidía el número de descendientes, de forma que la demografía se mantuviese estable. Nadie se cuestionaba sus decisiones.

 
—Adelante, aquí podrán realizar la primera toma de contacto.


David observó al operario alejarse por el pasillo. Su figura se difuminaba en la lejanía. Se encontraba en una sala completamente blanca, de unos veinte metros cuadrados aproximadamente, cuyo único mobiliario eran dos sillas situadas una enfrente de la otra. Dos lámparas iluminaban la estancia y una ventana ofrecía una pequeña panorámica del vacío infinito. Aquel contraste le llamó particularmente la atención. Fue entonces cuando reparó en su presencia.


Allí estaba ella, unos 178 centímetros de estatura, tez blanca, iris de color verde y aproximadamente 61 kilos de peso. Ningún tipo de patología. Según la ficha que le proporcionaron inicialmente, era unos 67.155.176 segundos más joven que él y contaba con un desarrollo cognitivo de 231, una cifra similar a la suya.


—Adrastea, ingeniera de nivel tres, extracción de metano, sector 54 del quinto cuadrante —se presentó formalmente al mismo tiempo que extendía su brazo.


Mientras estrechaban las manos, David continuaba observando, sus nervios se habían disipado pero ahora sentía otro tipo de inquietud. Ella esperaba su respuesta, que se alargó más de lo estipulado.


—David, historiador, sector 12x del séptimo cuadrante. Es un placer.

Ambos se sentaron. Se produjo un silencio incómodo.


—¿Qué parte de la historia estudias? —dijo finalmente ella de forma muy forzada para iniciar el diálogo.


—La era anterior al Incidente. Desde pequeño siempre me ha fascinado la vida en la Tierra. No hay mucha información al respecto y todavía se investiga sobre aquella civilización.


—Ah, ¿la vida primitiva?, no soy capaz de concebir cómo eran capaces de subsistir sin Deus. Demasiado duraron esos salvajes desalmados. A veces pienso que el Incidente fue una bendición más que una desgracia.

David la miró de manera contrariada.


—Sí, es cierto que cometieron muchas barbaridades propias de animales irracionales, pero son nuestros antepasados, y el hecho de que fuesen capaces de valerse por ellos mismos sin una inteligencia superior que los guiase es algo que todavía nos intriga. No hay que olvidar que procedemos de ellos, son nuestras raíces y millones de personas murieron para que llegáramos a donde estamos ahora —respondió con un evidente malestar.


—Ya que lo has mencionado, por ejemplo, ¿cómo realizaban los emparejamientos? —preguntó Adastrea, mostrando algo más de interés en el tema y esquivando el probable enfrentamiento dialéctico.


—Según algunos extractos de supervivientes, parece que se regían por una emoción irracional llamada amor. Era, simplemente, una manera de definir a la atracción física sumada a intereses comunes. Generalmente, estaban motivados por el deseo y no parece haber ninguna explicación lógica tras ese estado.


—¿Atracción física?, ¿como los animales?, ¿no pensaban en ningún momento en el desarrollo de la especie o sociedad? Me pregunto qué sucedería cuando ese deseo no era correspondido, o por otro lado, nunca llegaban a experimentarlo.


—La descendencia no estaba controlada como ahora y no siempre cohabitaban con intención de reproducirse. Estaban limitados y supeditados por la barrera espacio-temporal, por lo que sus contactos solían ser de su entorno. Se deduce que la ausencia de lo que ellos llamaban amor, fue uno de los grandes problemas de su desarrollo como especie. Anteponían sus intereses y emociones personales al bien común. Fue ese egoísmo desorbitado sumado a la inconsciencia lo que desencadenó el desastre. Ellos mismos se destruyeron.


—Entonces, ¿no siempre escogían la mejor elección? —añadió Adrastea con cierto tono inquisitivo.


—Era imposible saberlo. No tenían unos conocimientos genéticos tan avanzados como los nuestros, ni había un ente controlando el desarrollo de la raza humana. Ellos mismos se convencían de que habían elegido la mejor opción. Además, la reproducción iba unida con la falsa unión producida por esa emoción transitoria. De ahí el gran número de problemas que surgían: recursos insuficientes, superpoblación, enfermedades congénitas o niños que carecían del cuidado de unos progenitores.

—Me entristezco con el mero hecho de imaginarlo. Doy gracias de no haber vivido en esa época. Pero qué ilusos, pensar que habían escogido la mejor opción con la limitación espacial y científica de aquella era. También hay que tener en cuenta que la Tierra era un planeta mucho más grande que este. Las posibilidades de que su elección fuera correcta estaban por debajo del 0,04 por ciento.

 
—Supongo que algún tipo de factor positivo tendría ese sistema. Muchas de las obras artísticas que han sobrevivido de ese periodo versan sobre el amor. Cabe añadir que El Despertar se produciría cientos de años más tarde; sobrevivir tanto tiempo con un sistema tan condicionado es admirable. Tampoco hay que olvidar que eran ellos mismos los que tomaban las decisiones.

—Menos mal que a ti y a mí nos ha unido Deus —manifestó Adrastea con una sonrisa en su cara.

Él no dijo nada, simplemente esbozó una pequeña mueca.


Una luz les informó de que su tiempo se había agotado. Se despidieron cordialmente hasta el próximo encuentro. David se acercó a la ventana y se quedó durante unos segundos mirando al espacio. Intentó imaginarse donde estaba ubicada la Tierra. Decenas de pensamientos inundaron su mente. Una voz le hizo volver en sí.

Terminado el primer encuentro con su contacto, con una impresión anómala, David volvía por los pasillos con uno de los asistentes. De repente, se percató de una mujer que pasaba por allí. Se sintió de forma extraña, contrariado, una sensación que no había experimentado antes. Se paró en seco, sin apartar la vista de ella.

—Perdone, ¿conoce a esa mujer? —preguntó el operario al ver que no le seguía y que estaba absorto contemplándola.


—No —contestó David de manera sosegada.

—¿Qué es lo que ocurre entonces?

 
—No lo sé... —respondió mientras la seguía inconscientemente con la mirada.

3 comentarios:

Lasrubiassomostontas dijo...

Así que estas loco de verdad...:)

El_Frikaso_De_Badoo dijo...

Mola.
Me recuerda a una mezcla entre "Un Mundo Feliz" y "1984".

Anónimo dijo...

"El tío del blog no tiene muchas luces porque lo que escribe es insulso y banal" by Talión en el Foro de Seducción Sex Code

Ayyyy si al menos se molestaran en seguir leyendo en vez de hacer tanto el capullo... XD

Muy chula tu breve distopia ;)

Desiree =)