Retrato del Artista Obsolescente es el título de la falsa novela que nunca publicaré. Se trata de un pequeño homenaje, o más bien parodia, de la novela parcialmente autobiográfica del irlandés James Joyce, Retrato del Artista Adolescente. Como soy un mago con las palabras, hago un pequeño cambio y nos ahorramos los pleitos y los madres mías. Siguiendo el estilo de la obra original, relato en primera persona diferentes situaciones y vivencias que he experimentado a lo largo de la vida, siempre con cierto tono humorístico. Al utilizar la técnica del flujo de conciencia, plasmo tanto el pensamiento que tenía por aquel entonces como una percepción más actual, de manera que hay una combinación de narración e introspección. Asimismo, he añadido un recurso más propio del medio audiovisual que del literario en forma de situaciones inventadas y complementarias, las cuales son introducidas mediante corchetes y que sirven para conectar ideas y acentuar el matiz cómico. Se podrían considerar como pequeños gags aislados. Paulatinamente iré poniendo aquí diferentes extractos.
En muy poco tiempo, Las Tortugas Ninja se habían convertido en un fenómeno social: serie de televisión, muñecos, videojuegos, películas y todo tipo de artículos de promoción comercial. Recuerdo incluso llevar un parche de ellas en un pantalón algo desgastado. Lo que podría haber sido un drama, ir vestido pareciendo recién salido de un holocausto nuclear, había sido evitado gracias al remiendo de la franquicia del momento. Además, en mi cabeza iba muy molón. Aquel cosido de mi madre le daba una nueva dimensión al chándal cutre noventero. Creo que no he ido mejor vestido en mi vida. Un outfit que podría ser portada de Vogue y que haría salivar a cualquier bloguera de moda.
[—A continuación presentamos la nueva colección de primavera de John Galliano, apostando por las prendas versátiles, tejidos crudos y minimalistas, inspirándose en el folclore popular, el Renacimiento italiano y las tendencias suburbanas, especialmente entre toxicómanos. Una apuesta para ese hombre que quiere ir elegante pero al mismo tiempo pedir dinero en la calle en cualquier momento.
Aparece un señor con un pantalón de chándal reventadísimo y un parche de Las Tortugas Ninja.]
Como era de esperar, no tardó en llegar el día de asignación de tortugas en la panda de amigos. Echando la vista atrás, me parece un ritual entrañable y que, lamentablemente, se pierde con la edad. Ese jugar e imaginar ser uno de tus héroes, modificar la realidad a tu antojo y transformarla en algo completamente diferente y mucho más apasionante. Un árbol que se convierte en una guarida, una rama que pasa a ser una espada o Antonio, ese niño que te cae como el culo, es ahora un monstruo que quiere destruir el mundo, por lo que darle una somanta de palos tiene más justificación que nunca.
A mí me sucedía algo curioso: la relación con el álter ego ficticio traspasaba la barrera de la imaginación y la mera admiración. Me alegraba cuando él era la estrella de un determinado capítulo o derrotaba a un enemigo poderoso. No solo eso, sino que intentaba adoptar algunas de sus cualidades o lo elegía en los videojuegos. Esa conexión especial entre niño y personaje de ficción.
Afortunadamente, éramos exactamente cuatro, por lo que nos íbamos a ahorrar los quebraderos de cabeza que habían surgido anteriormente con Bioman, donde aparecían solamente tres protagonistas, dando como resultado un chaval sin papel asignado y trifulca asegurada, que aquello no lo arreglaban ni los de verdad.
—Tú vas a ser Donatello.
—Sí, estoy de acuerdo, porque eres el más listo.
—Solo tú puedes serlo.
Nada de discusiones, lo tenían todos claro. Me imagino que tuvieron en cuenta mis grandes logros hasta aquel momento: mantener todos mis fluidos corporales en su sitio y ser capaz de pintar sin salirme de la raya. Para los más despistados, Donatello es el inventor y el inteligente del grupo. Lo que llama la atención es que se autoexcluyeran del proceso de oposición para ser Donatello, como que eran conscientes de que no cumplían los méritos y requisitos necesarios..., con cinco años. Parece que no me había juntado con los más avispados del patio. Lo raro es que no quisieran ser Rocksteady y Bebop, o el jabalí bizco de Los Fruittis. En cualquier caso, se trataba de un proceso que hubiera tenido sentido unos años más adelante.
[—Os he llamado a todos porque hoy tenemos que elegir qué Tortuga Ninja vamos a ser cada uno.
—¿Para esto me has hecho venir?, mañana es la comunión de mi hijo.
—Me da igual. Esto es un asunto de vital importancia y creo que tu hijo debería saber que su padre NO es Donatello.
—¡¿Cómo?!, ¿quién ha decidido eso?
—Antonio, no me jodas, que eres licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas... Y Jaime, tú no te rías, que tú te sacaste ADE. Así que la cosa queda entre Alejandro, ingeniero de caminos, programador, artista polifacético y cinturón negro en kárate, y yo, que me saqué un FP de grado medio en peluquería.]
El resto de asignaciones no resultaron ser tan obvias, ya que tampoco tenían cualidades con las que los niños se pudieran sentir identificados. Michelangelo tenía como principal atributo ser un fiestero. Ya no sabías si te encontrabas ante un héroe infantil o un tipo registrado en Tinder. Pensamos que el más apropiado para el puesto debía ser Toni, que siempre estaba de cuerpo presente en todos los cumpleaños, con regalos cutres de 100 pesetas y arrasando con todas las existencias de bocadillos de Nocilla. Lo más gracioso es que nadie le había invitado pero ahí estaba él. No había foto en la que no apareciera.
Quedaban dos, Leonardo, el líder, y Raphael, que hacía bulto. Sinceramente, nunca supimos cuál era su papel. Iván estuvo rápido comentando que su color favorito era el azul, yendo vestido completamente de verde, así que al pobre Paco le tocó ser Raphael por eliminación. Así es cómo se arruina una infancia. Recuerdo que sus padres se separaron unos años después, pero no lo vi tan deprimido como entonces. Quizá hasta aquello fue el motivo de la ruptura. «Nuestro hijo es Raphael, hemos fracasado como progenitores y como matrimonio».
Soy de los que piensa que el devenir de tu vida viene definido por la tortuga ninja que eras de pequeño. No me miréis raro, hay gente que cree en el horóscopo, el destino, el karma, los astros o la Providencia. No veo mucha diferencia. En cualquier caso, asumí con orgullo mi papel de Donatello.
[—Veo que tienes dos licenciaturas, varios máster y un doctorado. Debes saber que para postular a este puesto hay gente muy preparada. ¿Por qué crees que deberíamos elegirte a ti frente a otros candidatos?
—Bueno, fui Donatello de pequeño.
—¡Haber empezado por ahí! Contratado. Como jefe. DE TODO. Dígame qué tengo que hacer.]
El grupo ya estaba al completo y todos teníamos clara nuestra labor: hacer el imbécil como de costumbre.
—¿Cuál es nuestra misión de hoy?
—Mira, ahí está José Ginés, vamos a pegarle.
—¡Cowabunga!»